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La Obra, junto a la formación ascética, os da una formación doctrinal sólida que es parte integrante de ese denominador común –aire de familia– de todos los hijos de Dios en su Opus Dei. Necesitáis esa base de ideas claras sobre los temas fundamentales, para estar en condiciones de iluminar tantas inteligencias y de defender a la Iglesia de los ataques, que recibe a veces de todas las partes: ideas claras sobre las verdades dogmáticas y morales; sobre las exigencias de la familia y de la enseñanza cristiana; sobre los derechos al trabajo, al descanso, a la propiedad privada, etc.; sobre las libertades fundamentales de asociación, de expresión, etc. De esta manera podréis experimentar gozosamente la verdad de aquellas palabras: veritas liberabit vos62, porque la verdad os dará alegría, paz y eficacia.

En las Convivencias anuales –que os ayudan a conservar el fervor primitivo, mejoran vuestra cultura religiosa y os robustecen para el apostolado–, en los Círculos de Estudios, en las conferencias, en los cursos especializados, etc., recibís con asiduidad abundante doctrina, al tiempo que se os informa de cuestiones candentes de actualidad, enfocadas con criterio cristiano. Formación que completáis con lecturas, porque siempre habrá a vuestra disposición bibliotecas circulantes, a las que acudís como suscriptores, procurando suscribir también a otros, que no pertenezcan a la Obra.

Poned mucho empeño en asimilar la doctrina que se os da, de manera que no se estanque; y sentid la necesidad y el deber gustoso de llevar a otras mentes la formación que recibís, para que cuaje en buenas obras, llenas de rectitud, también en los corazones de otros.

Por lo que acabo de decir, es del todo necesario que los gobiernos locales, que atienden a los Supernumerarios, tengan dedicación a la labor, porque ninguno de ellos –ninguno de mis hijos– deberá sentirse nunca solo; y habrá que prever con cuidado su formación, durante las épocas de vacaciones y los períodos de aislamiento.

Los hijos míos que tienen encomendado el gobierno y la dirección de sus hermanos habrán de renunciar con frecuencia al brillo de una labor personal para, como sillares ocultos, poner el fundamento de un trabajo de mucho mayor alcance. Y no deben olvidar que esas actividades de gobierno y de formación, lo mismo que las de aquellos otros que se dedican por entero a nuestros apostolados corporativos, son también siempre un trabajo profesional.

Notas
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Jn 8,32.

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